"...esto es un desastre".

Rokuta, que se reincorporaba en la cima de una colina, alzó su mirada hacia el hombre que se encontraba junto a él.

Rokuta detenta el título de Enki. Él tiene la apariencia de un joven muchacho, pero su verdadera naturaleza no es humana: él es el joven kirin del Reino de En. El hombre a su lado es la persona que él escogió como nuevo rey.

"...quieres regir este país?" preguntó Rokuta.

Un país arruinado. Una tierra arrasada, con sus pocos habitantes hambreados por la extrema pobreza. Ya casi nada quedaba para gobernar.

"Si lo quieres a pesar de todo, yo te lo daré".

¿Qué estaría pensando el hombre en ese momento? Él aceptaría el trono que Rokuta le había ofrecido. Enki estaba seguro que la destrucción ante sus ojos, era superior a lo que cualquiera pudiera imaginar. Rokuta posó su mirada en el hombre, pensando que tal vez se deprimiría o enfadaría. Pero el hombre, que había notado su mirada, volvió hacia él y rió suavemente.

"Bien, no hay nada que ver aquí".

Rokuta sólo negó con su cabeza.

"Necesitaremos reconstruir todo completamente... ese será un enorme trabajo" dijo el hombre con tono de estadista. "Pero también significa que podré construir el país a mi manera".

Rokuta bajó su cabeza. Él no sabía por qué, pero sentía ganas de llorar.

"¿Qué sucede?" preguntó el hombre.

Su voz era suave e interesada. Rokuta suspiró profundamente. Él sintió como si le hubieran retirado un aplastante peso que llevaba en sus espaldas.

El hombre puso su mano en el hombro de Rokuta.

"Ascendamos al Monte Ho para poder encargarnos de esto".